En aquella misma villa y en una de esas misma casas,vivió hace ya de esto mucho tiempo,un buen hombre que se llamaba  Rip Van Winkle. Debo hacer notar que era de buen natural,vecino bondadoso y esposo sumiso,pegado a las faldas de su mujer.A esta ultima circunstancia, a esta mansedumbre se debía su enorme popularidad, pues estos hombres, que en casa están bajo el dominio de una monstruo,tienden en la calle a ser conciliadores y obsequiosos. Los chiquillos lanzaban exclamaciones de jubilo en cuanto se acercaba.Los ayudaba en sus juegos, les enseñaba a hacer cometas y canicas, y les contaba extensos relatos acerca de aparecidos,brujas e indios.En cualquier lugar de la villa que se encontrara,estaba rodeado de un grupo de ellos,colgados de sus faldones o de sus espaldas,y haciendole mil diabluras con toda impunidad;ni un perro de la vecindad le ladraba.

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